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Fabián O´Neill: “Si sigo tomando así, no llego a 10 años”.

El ex futbolista fue entrevistado por Montevideo.com y, como suele hacerlo cuando habla con la prensa, disparó varias declaraciones polémicas

Fabián O’Neill / Montevideo Portal

Cuando Fabián O’Neill habla con la prensa sus palabras siempre repercuten en el ambiente futbolístico uruguayo. En una reciente entrevista con Montevideo.com, el ex jugador de Nacional y la selección uruguaya, quien ha reconocido su problema con el alcohol, reconoció: “Si sigo tomando así, no llego a 10 años”.

La nota del portal capitalino –del periodista Gerardo Tagliaferro- cuenta con 40 preguntas. En InFlorida repasamos algunas de ellas, lamayoría, porque intentar resumirla fue muy complicado:

¿Venís de un hogar muy humilde?
Desde los ocho meses más o menos viví con mi abuela porque mis padres en ese momento no estaban bien económicamente. Mi abuela materna fue la que se hizo cargo de mí y me crié con ella como quien dice.

¿Cómo llegaste a Nacional?
Me llevó uno que era dirigente de las divisiones juveniles y además era gerente de la Caja de Jubilaciones. Entonces andaba por todos lados y siempre preguntaba si había algún guacho que jugara bien. Acá me recomendaron a mí, y fui a los 16 años. Pero extrañaba a mi abuela como loco, me venía todos los fines de semana y me iba de vuelta a entrenar los martes o miércoles. No quería ir más, y mi abuela no quería que fuera tampoco. Pero después empezó a cambiar y a decirme que entrenara. Y vino el «Chino» Salvá a Nacional y me tuvo como tres meses sin dejarme salir de allá, en el 91. Ya en el 90 los dirigentes no me querían más porque era muy desprolijo, pero vino el Chino, salimos campeones y yo goleador. Era bandido, era de la calle, desde los siete años ando en la calle. Y en la calle conocés todo, conocés gente mayor que fue la que me enseñó, gente que hoy tiene 70 años y si le puedo pagar una copa le pago de corazón porque me enseñaron a ser gente. Me dijeron: «Esto es así, esto es asá». Desde los siete años que andaba en los bares… y ahora de grande más (se ríe). Me enseñaron cómo hay que ser en la vida, no meter la mano en ningún lado. Son cosas que hoy agradezco.

¿Desde los siete años andás en los boliches?
Sí, me pagaban Coca Cola. Después, a los nueve ya empecé a tomar. Tanto andar en los bares… a los nueve ya tomaba caña con Coca.

¿Te emborrachabas a esa edad?
Y, por ahí me emborrachaba sí, y me iba para casa. O salía de noche. Hacía mandados en los prostíbulos, me daban propina y yo venía y timbeaba, jugaba a la conga. Después empecé a jugar al fútbol y era atrevido porque ya conocía todo. Acá se jugaba el campeonato de baby de 13 a 18, todo en una sola categoría, yo tenía 13 y jugaba contra los de 17 pero no se sentía porque yo tenía más calle que ellos.

Ese andar en la calle desde muy chico, ¿te ayudó en el fútbol profesional?
Para mí sí, para ser más atrevido. Ahora vos ves un clásico y están todos como cohibidos, en cambio yo tiraba un caño y no me importaba si me puteaban. Eso es lo más lindo. En un clásico me putearon las dos hinchadas: iba a tirar un córner y la gente de Peñarol me gritaba «¡borracho! ¡borracho!» Y después hice un gol y la de Nacional me gritaba (entona como un cántico) «¡borraaaacho! ¡borraaaacho!» Todos lo mismo.

¿Tuviste que cambiar mucho tu forma de vivir cuando fuiste a Montevideo?
Un poco, la chispa siempre te queda. Salía, me escapaba por arriba de los muros y de noche le traía al portero una milanesa con un litro de vino y me dejaba entrar. Vivía en el Parque Central.

¿Cuál fue el máximo salario que llegaste a ganar?
En la Juventus, 140 mil dólares. Me la llevaron toda las mujeres (se ríe). Eso ponelo porque es verdad. Cuando repartís… Ahora, la última vez, fue la primera que me casé de verdad, con mi señora. Las otras me casé por poder.

¿Por qué dejaste de jugar tan joven, a los 29 años?
Porque me peleé con (Eduardo) Ache. Quizás hoy digo «qué boludo que fui». Me peleé por temas económicos, al pedo. Cuando fuimos a arreglar, yo había pedido 25 mil dólares por mes y me dijo que era un platal. «Bueno, dame lo que vos quieras pero si viene uno que gana más me voy». Y vino Julio Dely Valdés y ganaba 25, estaba bien porque era ídolo de Nacional. Pero Jorge (el hermano) ganaba 15 y no jugaba nunca. Entonces ahí me calenté y me vine. Después me vino a buscar Peñarol, por 30, pero no fui. Yo me identifico con Nacional y por una persona no lo voy a dejar de hacer. Después tuve ofertas del exterior pero ahí ya aflojé yo, me quedé en la estancia y después ya no quise más nada.

¿Tenés campo?
Tenía. No tengo más.

¿Qué hacés ahora?
Ahora estoy acá en el club (Defensor de Paso de los Toros), soy el técnico. Ahora no voy porque están en la pretemporada, hago la de (Juan Ramón) Carrasco, va solo el profe. Después, cuando falte un mes para empezar el campeonato arranco yo. Ganamos el quinquenio, primer quinquenio en Paso de los Toros.

¿La bebida te generó problemas en el fútbol?
No sé. En Los Céspedes… voy a vender a las cocineras, pero tenía el vasito de vino siempre atrás de la heladera. Mientras los otros no tomaban, yo tomaba. Y si tenía que tomar un vaso de vino medio de corrido antes del partido iba y tomaba. Una cosa que a mí no me cambiaba nada. Capaz que si no tomaba era peor. O era mejor, no sé, eso no lo sabés porque la vida es una sola y lo que no hiciste no lo vas a hacer en otra.

¿En Italia tomabas?
Tomaba. Tenía problema cuando hacían los exámenes. En el Cagliari no pasaba nada porque el presidente me adoraba. A (Nelson) Abeijón y a Diego López los llevé yo, de Racing de Santander. Me preguntaron por un back y un mediocampista y como habían jugado conmigo y los conocía bien los llevé. No sé si jugaban bien o mal, pero los llevé y jugaron diez o doce años. En la Juventus era distinto porque te hacen examen todos los meses, y ahí me salía colesterol alto, esto y lo otro. «¿Cómo? Este loco tenía que estar internado y está jugando», decía el doctor. A mí dejame quieto.

¿Sabían que tomabas?
¡No van a saber! Me dijeron muchas veces «loco aflojá», pero yo no hago caso. Yo soy así nomás. Pero para mí tomaban todos, porque yo a veces salía de noche y los encontraba a todos. Pero es normal. Si yo hoy dejara de tomar, dentro de tres años seguirían diciendo que soy un borracho, porque después que te hiciste la fama… Como el falopero o el chorro: si te hacés cartel después no te lo saca nadie.

¿Es cierto que alguna vez fuiste a practicar borracho en la Juventus?
Varias veces. Borracho no, «amanecido». Me acostaba con alguna mina a las seis de la mañana y después me levantaba e iba a practicar con la resaca. Cansado, normal.

¿Cuál era tu grupo?
Todos, a mí me adoraban todos. Yo qué sé… te hacés querer y después… Estaba el chileno (Marcelo) Salas también. Pero yo salía siempre con Paolo (Montero). Una vez hicieron una fiesta en el apartamento de Inzaghi y llevaron a las mujeres de los programas de televisión. Y me ponen a mí a bailar, chupando cerveza y me agarré el tal pedo. Terminaron todos haciendo el amor, menos yo. Mirá qué lindo. Al otro día las veía en televisión y le decía a la que era mi mujer: «Mirá, anoche estuvimos con todas estas pero yo no salí con ninguna» (se ríe).

En un partido le hiciste tres caños a Genaro Gatusso pero antes lo anunciaste.
El «Negro» Méndez y (Marcelo) Otero jugaban en el Vicenza y Paolo en la Juventus. Y ellos decían que Gatusso siempre armaba lío y puteaba a los sudamericanos. Y yo estaba con el «Abeja» (Abeijón) en la habitación y le digo: «Éste me hace rayar temprano, mañana le encajo un caño ida y vuelta, no me importa nada de la vida». Y entonces en una vino cerrado a la marca y le encajo el caño y lo espero que viniera de vuelta. Pero venía como para matarme, se tira con las dos patas y le hago otro caño. «Te voy a matar» me dice. «Boludo, no me sigas marcando que vas a quedar recontra pegado», le contesté. Todo en italiano.

¿Terminaste peleado con Paco Casal?
No, no terminé peleado. No puedo terminar peleado porque fue el que me hizo hacer plata. Lo que sí pasó es que cuando yo rescindo el contrato con el Peruggia me hubiera gustado que él hubiese ido y metiera un poco más la pesada para que me dieran mucha más plata o que no me rescindieran el contrato. Que se hubiera jugado más por mí. Eso fue lo único que me molestó pero después no tengo nada que decir.

¿Casal o cualquier otro contratista se quedan con dinero de los jugadores?
Yo pienso que él no se queda con plata, lo que pasa es que él compra al jugador. Por ejemplo, a mí en Nacional me compró en 600 mil dólares y me vendió en 4 millones 900 mil al Cagliari. Ahí le quedaron 4 millones 300. Pero después el Cagliari me vende a la Juventus en 12 millones de dólares y él lleva el 30 por ciento. Así que se queda con 4 millones más. Conmigo hizo un platal. Pero yo también hice plata con él, los negocios son negocios, cada uno lleva lo suyo.

¿La plata que hiciste te da para vivir sin preocuparte por el resto de tu vida?
No sé si me dará, me la estoy gastando. Lo poco que me queda me lo estoy gastando.

¿Cuánto dinero hiciste?
Y, habré hecho 10 o 12 millones. Pero me llevaron 7 u 8, mis ex mujeres están más ricas que yo, no tengas dudas (se ríe). Pero está bien, yo disfruto a mi manera igual.

¿Has visto arreglar partidos en Italia?
Yo arreglé. Contra el Chievo Verona, empatando nos salvábamos los dos, y nos pagaban 60 mil dólares a cada jugador por salvarnos. Y fui y hablé con el capitán de ellos, incluso jugamos al Supermatch todos al empate. A los 87 minutos hace un gol un jugador de nosotros y nos ponemos 2 a 1, le pega de la mitad de la cancha y la mete en un ángulo. 2 a 1 y habíamos arreglado el empate, entonces le grito a Diego López: «Boludo dejate hacer un gol que si no nos matan a todos». Y el Diego fue y perdió una pelota y nos hicieron el 2 a 2. Arreglé ese y después otro, cuando estaba en Peruggia. Digo arreglé porque yo era el capitán, pero arreglamos todos. Y después jugábamos todos al Supermatch.

¿Tomaste algo para rendir más alguna vez?
No, nunca. El doping mío era un vaso de vino de corrido. ¡Sabés como! No me paraba nadie (se ríe). Tomaba un vaso de vino con la comida antes de los partidos, las cocineras me lo dejaban escondido.

¿Qué querés para tus hijos?
Las mujeres digo yo que están bien, y el botija está ahí. Gracias a Dios dicen que juega bien al fútbol, yo no sé porque no lo voy a ver. No se puede ir, viste como es el tema de los padres, quieren que salga un nuevo Fabián O’Neill, pero eso es difícil. Y van y putean a los gurises, entonces yo para no tener problemas no voy a ver ni al mío. Un día jugaron la final y el técnico del otro cuadro le grita al juez: «Te pagó O’Neill para que ganaran». Son cosas que si estoy, es para tener problema, y no me gustaría.

¿Dónde te ves dentro de diez años?
No me veo dentro de diez años. Me veo en el día a día, no sabés cuándo te vas a morir. Planes no hago, lo poco que me queda de plata se lo dejo a mi mujer y mis hijos. Me divierto con el fútbol acá, me caliento un poco… vivo el día a día, no pienso nunca en el futuro. Si sigo tomando así, no llego a diez años.

¿Tomás tanto hoy?
Tomo bastante sí.

¿Nunca te propusiste dejar?
No. Cuando me mandé alguna macana acá que estuve preso tuve que dejar, me mandaron al psicólogo o psiquiatra, a recuperarme a Villa Carmen. Estuve siete días y me costó un platal.

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